Poesía
escrita por la poeta Dolores Cabrera y Heredia en Estadilla el 31 de diciembre
de 1851 dedicada a la reina Isabel II de España, por el nacimiento de su hija
Isabel nacida en 1851 y al que nombra a
sus dos hijos fallecidos anteriormente, Fernando nacido muerto en 1849 y
Fernando Francisco fallecido a los cinco minutos de nacer en 1850.
Dolores Cabrera y Heredia |
A S.M.
La Reina
Reina,
sois muy feliz! tenéis ahora
un ángel
en el cielo,
que
por vos la bondad de Dios implora,
y otro
ángel para amaros en el suelo.
A fin que
el uno, misteriosa estrella,
en vos
su luz derrame,
y el
otro, flor tan pura como bella,
Vuestra
existencia plácida embalsame.
Porque
si opresa entre amargura y duelo
Vuestra
alma a verse alcanza,
uno os
preste la calma y el consuelo,
y el
otro os dé el valor y la esperanza.
Si el
llanto vuestros ojos seductores
empañase
algún día,,
como el
sol el rocío de las flores,
de ese
ángel la sonrisa enjugaría.
Y el
otro recogiéndolo en su falda,
para vos,
al momento
de esas
perlas haría la guirnalda
con que
el Señor corona el sufrimiento.
Sois madre…..
y sois feliz! Si Dios, Señora,
si da
grandes placeres,
el amor
de esa niña encantadora
si impone
también grandes deberes.
Toca a
vuestra solícita ternura
el hacerla
dichosa
y el
que sea tan cándida y tan pura
como es
su madre bella y bondadosa.
A vos
toca decirla, cuando pueda
Señora,
comprenderos,
que solo
en hacer bien placer nos queda,
y los demás
son todos pasajeros!
Que de
la torpe adulación el ruido
no escuche:
que en la tierra,
el Rey
que a la lisonja presta oído,
a la
justicia y la verdad lo cierra !.
A todos
los que sufre, los que gimen
tienda
su franca mano,
y dé
al pueblo instrucción, porque es el crímen
de la
miseria y la ignorancia hermano.
Que oiga
de la inocencia los clamores
y dé al
anciano yerto
apoyo,
asilo. A todos los dolores
que esté
su noble corazón abierto !
Que un
príncipe benéfico y prudente
debe ser
en el suelo,
como el
monte, que si alza su ancha frente,
hasta tocar
las nubes en el cielo.
Y ellas
cubren sus cimas colosales
de nieve
blanca y pura,
en su
seno, conviértela en randales
que vierte
fecundando la llanura.
Estadilla 31 de
diciembre de 1851
Dolores Cabrera y
Heredia