martes, 16 de julio de 2024

UNA CALLE A CLETO TORRODELLAS



                El articulo siguiente publicado en La Voz de Aragon , el día 10 de mayor de 1929, describe a Cleto Torrodellas con los rasgos de un pescador de Galilea como aquel pescador. El autor del mismo solicita que la calle Mayor de Estadilla se le coloque el nombre de "Cleto Torrodellas"




La Voz de Aragon,10 de mayo de 1929

“LA DEL QUE HUYE EL MUNDANAL RUIDO..”

UN POETA RURAL EN TIERRA RIBAGORZANA

Fue herrero y ahora vive en plena égloga.



            La descansada vida del campo, de que habló el poeta Fr. Luis de León, tiene hoy pocos partidarios. Ya ni los sabios siguen la escondida senda, ni se encierran en las humildes celdas de los conventos. La sirena de Metrópolis los trajo con el encanto de sus polícromas sugestiones, para ser en ella un engranaje más en la potente máquina de la civilización y del progreso.

            En Metrópolis se trabaja con febril actividad, más al fin de la jornada, desbórdanse las copas del placer y el "jazz-band" ruidoso y despreocupado de este siglo banal, excita a la alegría. Y cuando esto no satisface al hombre, Metrópolis brinda a su ambición esa sirena encantadora que se llama la gloria, la popularidad.

            Los pueblos, en cambio, que dan a las ciudades los frutos de sus campos, la savia de la vida humana, son como pobres mendigos sentados al borde de las carreteras, por las que pasa mucho de lo que representa inteligencia, actividad, riqueza, sin que aquéllos reciban una limosna de esa mercancía espiritual o material.

            ¿Qué bien cantan la descansada vida del campo los poetas de las ciudades, recostados en espléndida "chaise-longue" saturados de cultura libresca y de mundanismo, y en el pedestal de la consideración social, cuando no de la fama!

            En una villa ribagorzana, asentada al pie de la sierra, y a unos cuarenta kilómetros de Graus, cuna de aquel coloso que se llamó Joaquín Costa, conocemos a un hombre que tiene gran parecido con algunos de aquellos pescadores de Galilea que siguieron a Jesús “ojos de vidente, barbas de apóstol” de clara inteligencia, filósofo y poeta, que por nacer en humilde cuna y no haber querido lanzarse a la ventura, abandonando su pueblo natal, no ha pasado de ser un humilde coplero, para distracción y burla, muchas veces, de labriegos incultos; y filósofo de café aldeano, donde cientos de veces puso el paño al púlpito razonando con feliz intuición intrincados problemas de la vida y del más allá...

            Ejerció el oficio de Vulcano en su juventud, y mientras azuzaba el fuego de la fragua y daba forma al hierro contra el yunque, su cerebro que ardía de inspiración, pugnaba por forjar sus pensamientos en líricas estrofas, cuando no sabía siquiera lo que era un verso ni tenía la menor idea del ritmo y la medida.

            Por azares de la vida dejó más tarde el oficio para dedicarse al campo, que ama con amor de padre, y a cultivar su huerto con ternuras de enamorado.

            Después de unas horas de ruda faena, busca el cobijo de la caseta si es invierno, a la fresca sombra de un árbol cuando el astro rey martiriza con todos los ardores del estío; y en lugar de tumbarse como otros para descabezar un sueño y reparar fuerzas, saca papel y lápiz, y con la lozana y fresca inspiración del que nada ha estudiado, con la verdad del que no sabe de artificios, escribe coplas y romances de sabor rural, sin perfección poética, más con grandeza de poeta que sabe sentir hondamente y expresar a su manera lo que siente.

            Entresacamos de una de sus composiciones de léxico ribagorzano, una verdadera égloga, los siguientes versos puestos en boca de la pastora el día que su pastor marchó al servicio:

"Ya no quiere pan la negra,

los crabitos ya no saltan

ni quien arde los espigols,

ni verdean las carrascas.



Ni siento cantá el muchuelo

que canta en aquella lastra,

ni fon sombra los caichigos,

na esbolastrean las garzas



Llevan lluto los tozals;

las guellas todas paradas,

no quieren comé billotas;

las eben d'encontrá amargas.



¡Qué triste se pasa el mundo!

No me puedo aconsolá...

m'en voy a la sombra un buisco

y me meteré a rezá..



            ¡Qué triste se pasa el mundo! No cabe más sinceridad, ni se puede sintetizar mejor en un verso la triste soledad de la zagala que hasta hace unas horas compartió con el pastor los encantos de la sierra que es, para ella, su mundo.

            Este es el poeta rural Cleto Torrodellas, corrido en todos los pueblos de la comarca porque en todos ellos ha recitado sus romances, lo mismo en la casa del rico que en la plazuela, como uno de aquellos juglares que peregrinaban por los caminos con la bolsa vacía y el pensamiento lleno de quimeras.

            Pero aquellos eran otros tiempos. Y había ideales y Mecenas.

            Cleto Torrodellas está ya en el declinar de la vida, en la edad en que ya no se tienen ambiciones. Su única ilusión la cifra en sus hijos y en sus nietos, y en que al correr de los años, cuando él ya no exista, se lean sus romances en las reuniones hogareñas del invierno. Pero no estaría de más que su pueblo premiara a este hombre, que es posible fuera hoy célebre si como los jóvenes de este siglo hubiese abandonado el terruño donde vió la luz primera, atraído por la sirena de Metrópolis.

            ¿Sería mucho que su pueblo pusiera el nombre de Cleto Torrodellas en la calle Mayor, donde vive, cuando hay nombres de hombres tan funestos y de tan poca valía en las calles de las grandes ciudades? Creemos que sería justo, y además un precedente para que aquellos que en los pueblos destacan, tengan también si pequeña inmortalidad. PABLO CISTUE DE CASTRO.

                
Procedencia del articulo y texto : Publicacion en  La Voz de Aragon, el 10 de mayo de 1929, por Pablo Cistue de Castro

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