El kiosco de la Plaza del Sol: una historia de iniciativa y consenso (Estadilla, 1936)
En la primavera de 1936, cuando la vida cotidiana en Estadilla se desenvolvía entre el bullicio del mercado, las conversaciones en la plaza y el ritmo pausado del campo, un vecino llamado Mariano Olivera tuvo una idea sencilla pero visionaria: instalar un kiosco en la Plaza del Sol.
Su propuesta llegó al Ayuntamiento el 28 de mayo de 1936. Los concejales la escucharon con atención. No era un asunto menor: ocupar un espacio público significaba reorganizar la vida en el corazón del pueblo. Tras analizar la solicitud y revisar las ordenanzas, el consistorio decidió, por unanimidad, concederle el permiso… pero con condiciones muy claras.
El kiosco podría levantarse, sí, pero en el lugar que el municipio determinara, y sería móvil, por si algún día la plaza necesitaba una reforma. Además, Mariano tendría que pagar los arbitrios municipales y la contribución industrial, como cualquier otro vecino. El Ayuntamiento también dejó claro que no podía subvencionarlo, para evitar precedentes que pusieran en riesgo el dinero público. La construcción sería, pues, por su cuenta y riesgo.
Una escena cotidiana que, gracias a las actas municipales de 1936, sigue viva en la memoria escrita de Estadilla.
