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miércoles, 2 de marzo de 2022

ROMANCE DEL NIÑO TORERO


En el año 1973, en el teatro Olimpia, de Huesca, tuvo lugar los II Juegos Florales organizados por la Delegación Provincial de la Sección Femenina para las tres provincias aragonesas, con el patrocinio de las Diputaciones Provinciales, Delegaciones Provinciales de Educación y Ciencia y Ayuntamientos de los distintos partidos judiciales del Alto Aragón. La «Flor natural», al mejor poema de tema libre, fue adjudicada a la niña María Teresa Rosico Ramón con tan solo 14 años, residente en Estadilla Huesca), por su trabajo titulado «Romance del niño torero», que gustosamente reproducimos a continuación;


No llevó traje de luces,

que llevó traje campero,

dos claveles reventones

en el ala del sombrero

y un corazoncito bravo

que no conocía el miedo.

 

Antes de sonar las cinco

plantado estaba en el ruedo,

dirigiendo a los toriles

una mirada de reto.

 

La impasible Presidencia

velaba desde su puesto,

y las chiquillas del barrio,

vestidas de terciopelo,

llenaban el graderío

para aplaudir al torero.

 

La arena dorada ardía,

el sol brillaba en el cielo,

el público se agitaba

como en presagio funesto

y en un lejano reloj

cinco campanadas dieron

con repiques funerarios

agrandados por el eco.

 

Soltaron un toro grande,

que se enamoró de lejos

de aquel capotillo grana

que le enseñaba el torero,

y en un abrazo mortal

niño y toro se fundieron.

 

La Presidencia, confusa,

agitaba sus pañuelos,

el público puesto en pie

permanecía en silencio

y las chiquillas del barrio,

vestidas de terciopelo,

con lágrimas en los ojos

rezaban un padrenuestro

…….

Con nubes blancas y azules

arrastradas por los vientos,

una placita de toros

están haciendo en el cielo.

Hay ángeles monosabios

y hay ángeles mulilleros;

hay oro en lugar de arena,

hay un sol que allí es eterno

y hay un niño que a las cinco

acudió en traje campero

a empezar la fiesta brava

para el público del cielo.

 

La Virgen lleva mantilla

sobre su pelo trigueño

y vestido de volantes

con unos lunares negros.

 

San José sobre su traje

de rústico carpintero

se ha colocado con gracia

un capote de paseo

y el Niño Jesús, tocado

con montera de torero,

aprieta entre sus manilas

un magnífico trofeo.

 

Por el jirón de una nube

ha salido un toro negro,

que mira el capote grana

y le embiste con sus cuernos.

 

Y en lances muy primorosos

se lucen toro y torero.

 

La Virgen manda al chiquillo

un emocionado beso

y San José está agotado

de tanto aplaudir al diestro.

 

El Niño Jesús se lanza

hasta la arena del ruedo

para abrazar al artista,

y entregarle su trofeo.

 

Los ángeles monosabios,

y también los mulilleros,

en sus celestiales hombros

sacan al niño torero.

 

Y cuentan qué en noches claras

aún se divisa, el cortejo,

por caminitos de estrellas

y por rutas de luceros.


Artículos de :

La hemeroteca del Diario del Alto Aragón y la Bibliotecadigital de Castilla y León



1 comentario:

  1. ¡¡Preciosa poesía, y más en una niña de 14 años...!!

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