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miércoles, 21 de agosto de 2024

NO COGER EL COCHE DURANTE LAS FIESTAS


            Era un época que los coche y la bebida se mezclaban, no existía la retirada de puntos del carnet de conducir, pero si que existían por desgracias los accidentes de tráficos. Un grupo de jóvenes de Estadilla ideo una manera de evitar la carretera y de tener a sus madres tranquilas.

            El siguiente articulo fue publicado en el periódico Nueva España, el  9 de agosto de 1985 y escrito por Mariano Badia

Nueva España, 9 de agosto de 1985

FIESTAS EN ESTADILLA

“El Forau”, ese ejemplo a imitar.

Texto: Mariano Badia

Era sábado por la noche; los más jóvenes observaban atentamente como los mayores de edad se introducían en los coches con sus más llamativos ropajes, dejando en el vacío una variopinta y amplia gama de perfumes. Acababa de llegar la fiebre festiva y había, como fuera y con quien fuera, que marchar de la localidad en busca de nuevos horizontes.

El pueblo, el fin de semana, se queda pequeño, infinitamente pequeño. Y tras la alegría reflejada en los rostros de quienes podía por su edad y por disponer de vehículo, desplazarse hasta otras localidades con mayores posibilidades, contrastaba enormemente la antagónica mirada de quienes debían por diversos motivos quedarse en casa.

Las madres, melancólicas y preocupadas, tan sólo pensaban en el regreso de sus hijos... ¡Cuidado con la bebida! ¡Cuidado con la carretera! Y así un día tras de otro transcurrían en la monotonía... hasta que de repente surgió una brillante idea. «Necesitamos un aliciente para quedarnos, para evitar esas salidas en las noches invernales de niebla, para divertirnos todos juntos en Estadilla». Y así nació «El Forau». La juventud misma es quien lo ha acondicionado con todo tipo de detalles. Cómodos butacones, posters, luces multicolores, un buen equipo de música...

«Es nuestra segunda casa», me comentaba bajo un fuerte tema de «Ilegales», Ricardo Cabestre, uno de los creadores de esta pequeña salita de fiestas anclada en el mismo centro de la villa.


«Necesitábamos de un lugar para estar tranquilos donde pudiéramos hallarnos a gusto. Pensamos en este sitio y tanto Richi, Bravo, Carmelo, Raso, Cecilio y yo comenzamos a trabajar la idea. La «Sociedad La Aurora», nos apoyó la iniciativa desde el primer momento, pero comprendimos que era una carga excesiva para ella y decidimos llevar el proyecto adelante trabajándolo nosotros solos. Voluntariamente cada joven del pueblo aportaba cien pesetas mensuales, con la recogida de ellas compramos los primeros discos. Después organizamos una serie de rifas con las que adquirimos lámparas y algunos accesorios y últimamente sorteamos un cordero para con las ganancias acondicionar el equipo de música. En otro orden de cosas, nosotros mismos nos hemos instalado la cuestión eléctrica y nos cuidamos del mantenimiento total la sala». 


Y tras dialogar brevemente conmigo, Ricardo se une parsimoniosamente al numeroso grupo de chicos y chicas que continúan danzando eufóricamente. Están en su casa. Atrás quedan las discotecas de las ciudades mayores. Esas, tal vez, para el próximo domingo



Texto : periódico Nueva España, el  9 de agosto de 1985 y escrito por Mariano Badia

Imagenes: Pixabay.com







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