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lunes, 13 de noviembre de 2023

EL JARDIN DE HESPERIDES DE ESTADILLA



 

Todo el misterio oculto en el “Jardin natural de Hesperides de Estadilla” salió a la luz cuando un periodista quiso pasear por los baños de la señora baronesa de Menglana y se encontró un paraíso nunca mejor explicado.

Ahora podemos entender como Bernabé Romeo Belloc escribió “España griega (ni árabe ni latina)” en 1894, seguramente las ideas de aquel libro, salieran una tarde sentado en el banco de los baños, descubriendo el entorno del mismo y susurrándole al oído las diosas Hesperides o el incluso Batilo

 

 

Llegaba una noche de agosto de 1880…..

Cerraba el horizonte la alta sierra de Guara, y más lejos, como negra cortina, como sombra espesa y desigual, el Pirineo abrupto, imponente, señalaba el límite de aquella región que fue todo el mundo de nuestros años primeros, y toda la creación en los ensueños nacientes de nuestra fantasía.

El viento silbaba en los olivares, la luna dibujaba con los reflejos de misteriosa luz las sombras del ciprés, del álamo, del sauce y del almendro, y el suelo parecía adornado con todas las flores del jardín, todas las galas del campo y toda la poesía de una vegetación frondosa, una noche de verano y un cielo limpio, sereno, consolador, ideal.

El Cinca despedía las brisas de su corriente precipitada, las flores silvestres y las plantas aromáticas del monte en perfume y su esencia, y no se oía más ruido que el ruido del silencio, la música de la naturaleza, esa paradoja sublime que tiene cien lenguas, comunicación del espíritu con la tierra madre, que en su regazo nos forma al abrir nuestros ojos y a su seno volvemos cuando llega aquel día, el último en la satisfacción de los deseos y el primero en la vida de las esperanzas.

A la voz de un pescador de anzuelo cebado, y zurrón repleto, subimos a la barca, y lenta y pausadamente cruzamos el rio y nos internamos por la senda pedregosa, en pacíficas y perezosas cabalgaduras montados.

Por fin nos vimos en el término del viaje, y entramos en Estadilla, pueblo señorial, de castillo y torreón, a la antigua edificado y a la moderna ruinoso, empezando las ruinas por la iglesia, poblado de casas de solar, escudos de piedras, recuerdos de tradición y gentes de alcurnia que confunden y enlazan a su condición y trato cortesanos la altivez heredada que da el convencimiento del propio calor, y la afable distinción que deja en las almas bien nacidas esta confusión igualitaria de la época en que vivimos.

Cenamos dos veces bien. Quiero decir que cenamos en calidad hasta el sibaritismo y en cantidad hasta la indigestión.

Nos alojamos en ventiladas y confortables habitaciones y nos dormimos soñando.

¡Soñando a doscientos leguas del ruido de Madrid, soñando sobre un rio caudaloso y en un monte fertilísimo, soñando sin política y sin periódicos…soñando ¡.

Hay un sueño eterno que se llama el sueño de la muerte.

Aquel fue el sueño de la vida, porque fue un sueño.

¡Duro tan poco!

****

Eos despertó la Inz..

Por un camino curvo, accidentado y estrecho, descendimos al valle donde se levanta la casa de baños de estilo ojival. Bebimos el agua milagros que sana la piel, limpia los poros, depura la sangre y conforta el estómago.

Recorrimos las amplias habitaciones del establecimiento, los depósitos magníficos, las celdas, las pilas, los jardines, las fuentes, todo escondido en ameno oasis, rodeado de guindos y avellanos, alfombrado de parterres con rosas de Hungría y de la Arabia, perfumado por el jazmín y la azucena, bañado en ambiente primaveral, y cerrado a los vientos de la sierra y a los rayos del sol por los olmos apiñados y los espesos sauces.

Pintura de Frederic Leighton 1892

Allí debieron correr los faunos sus aventuras; allí debieron germinar como en vivero las plantas que prestaron su belleza al jardín de las Hesperides; allí soñaron los poetas de la primera edad; por aquellas sendas discurrieron Batilos  y Amarilis; y la ambrosia se ha licuado en el almendruco sabrosísimo, y el néctar ha tomado el sulfur , y aquella dulce bebida de los dioses es hoy el bálsamo de los herpéticos, y el rocío que desbasta la piel devolviendo al cutis enfermo la blancura y el brillo de los mofletes mantecosos y abofeteables.

Imagen de mitologia.guru


El valle parece abierto en una turquesa de proporciones colosales porque rodean aquel paraíso todos los matices del verde; la manzana, el botella, el mar y el esmeralda.



Los rayos del sol se descomponen en color azulado, y fuera de aquel recinto todo el cielo es azul, toda la luz es del color del cielo; la espléndida luz del mediodía y la dulce y amorosa luz de los ojos azules.

Los ríos y las montañas dan sombra y frescura, y el sol no quema en aquellas regiones de temperatura nivelada, ni ardiente jamás, ni seca, ni fría.

Por eso allí no son negros los ojos de las niñas. Son abiertos, rasgados, muy grandes, muy serenos. La pupila dilatadísima, no es un círculo de relieve, es un resplandor del alma, un reflejo desvanecido como aquella luz increada que pinto Murillo en los ojos de las vírgenes. Las cejas de oro arqueadas y el parpado caído, sombrean con largas pestañas las mejillas de nieve, y cuando aquellos ojos azules amanecen se abren, no despiden la mirada que soñó el poeta, no son el amanecer de una aspiración santa y pura, son algo más, mucho más, son como un rompimiento de gloria, como una decoración del cielo.

Copia del cuadro de Murillo,
pintado por mi abuelas


En este afán que alentamos por la más acabada perfección, en este culto que rendimos a las bellezas de primera jerarquía, aparece siempre la mujer como el ideal.

Y no lo dudéis.

Lo mejor de los baños son las bañistas.

***

La esperanza es una felicidad que no llega jamás.

El recuerdo es la huella de una satisfacción que jamás se olvida.

Y al callar los muchos que guardo por necesidad que me crean el espacio y el tiempo, permitid que repita la última frase de despedida a la aristocrática dama a quien tantas distinciones debo tan dichosa hospitalidad agradecí, , y cuyo nombre reservo porque no estoy para escribirlo autorizado.

-       Adiós, la dije, y ya estoy pensando en la vuelta…

Porque cuanto es más dolorosa la partida, despierta más viva y tentadora la esperanza del regreso.

VIERNES.

Texto y artículos del autor VIERNES publicado el dia 23 de agosto de 1880 en el periódico “El corresponsal de España”

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