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lunes, 30 de octubre de 2023

EL ESTADILLANO QUE RECLAMA LA IGUALDAD ENTRE MUJERES Y HOMBRE

RECLAMANDO IGUALDAD
DESDE 1887



    
Muchas son la personas que reclamamos la igualdad en mujeres y hombres actualmente, pero lo que no sabíamos es que ya en el año 1887 Bernabé Romeo, ya la reclamaba de manera que la dejó plasmada en una de sus grandes obra, obra que antes de salir al mercado en los escaparates de las librerías españolas ya era alagada por escritores alemanes e ingleses. No quiero hablar de su obra, pero si quiero recalcar la exigencia de Bernabe Romeo en LA IGUALDAD.

En el periódico “ El Mediodía” publicado el día 24/12/1887 dice:

Es muy común el que nos lamentemos en todos los tonos de la decadencia que se nota en nuestra literatura nacional.

En esta época de fiebre política y de grosero sensualismo, natural era que las letras se resistieran algo ante el cúmulo de problemas sociales que tanto nos agitan, pero sin que asintamos por complete á un juicio tan severo que hiera nuestro orgullo, fuerza es confesar que hay en él un fondo de verdad innegable.

Será, pues, visible, que haya algún desmayo en el movimiento literario de nuestro país por las cansas que dejamos apuntadas, pero no se nos negará que el genio español deje de dar bizarras muestras de lo que vale y de lo que puede.

Lo que hay es que hoy se escribe más que se publica, y quizás por esto nos juzgamos á la zaga de otras naciones más afortunadas.

Sugiérenos estas reflexiones la rápida lectura de un libro, debido á la gallarda pluma de don Bernabé Romeo, que por casualidad ha caído en nuestras manos.

Algo sabíamos ya de esta obra por los elogios que habíamos visto en algunas publicaciones alemanas é inglesas, más conocedoras que nosotros mismos de la joya de que nos vamos á ocupar; pero estábamos distantes de creer que el libro, en cuestión, encerraba las bellezas que atesora.

¿Y quién es D. Bernabé Romeo, se preguntarán nuestros lectores? Pues es un poeta de alto vuelo, nutrido en los clásicos griegos y latinos con grandísimo fervor, en el cual la modestia está á la altura de su mérito;

Imprimió su obra y se ha guardado hasta hoy de entregarla á los escaparates de las librerías. Raro caso que tiene pocos imitadores.

Hay, en el libro de que tratamos, traducciones de Safo, Anacreonte y Teócríto, hechas con tanto gusto, con tanta delicadeza, sencillez y claridad, que pueden ponerse como modelo al lado del original.

Y es tal el respeto que el Sr. Romeo guarda á tan eximios autores, que conserva en la versión el mismo metro y orden en las figuras con que se dieron á luz aquellas bellísimas concepciones.

¿Qué extraño, pues, que los extranjeros que han leído este trabajo lo ensalcen como se merece?.

Difícil es ir entresacando del libro que examinamos trozos que den una idea acabada de la galanura y nitidez de la inspiración y depurado gusto del autor, por que todas las composiciones que contiene seducen desde luego por las altas dotes que revelan; pero no pasaremos en silencio una oda latina del tiempo de Virgilio, de una corrección brillante y corte verdaderamente horaciano. Si los sálicos adímicos de sus estrofas no indicasen el lugar y el tiempo de la acción, pudieran pasar entre las mejores del gran lírico de Lácio.

Otras hay en distintos idiomas, tan poétícos y sentidas, que el delito es apoderada del ánimo repastándose en su lectura, lo cual demuestra cuán injustos son con nosotros los extranjeros al afirmar que nuestra poesía no enseña, ni ciñe más que á un convencionalismo que no puede tener gran éxito, si ha de corresponder á lo que de ella esperan las escuelas modernas,

La disposición del libro de que tratamos es originalísima, y su conjunto, á pesar de la severidad clásica que en él domina, es un artístico ramillete de fragantes flores. Digno, por tanto, es de figurar en el catálogo de las obras que imprimen algún movimiento en el desarrollo progresivo del arte.

En este libro se siente, por admirable manera, lo útil, lo bueno y lo ello, lo cual hace su mayor elogio.

Hay una tendencia en la obra del Sr. Romeo, que aplaudimos sin reserva; se esfuerza en reivindicar a la mujer en sus legítimos derechos, haciendo que se la respete, sin la adoración caballeresca de otros tiempos; que se la instruya, sin hacerla una empalagosa sabidilla, y á que se la eduque, sin ridicula mogigatería.

El pensamiento nos halaga grandemente.

Sin la salvaguardia de la mujer, no es posible que la sociedad pueda asentarse en sólidas bases, porque el sentido moral de la mujer es, á nuestros ojos, superior al del hombre.

 Montéjesela cuanto se quiera, ya que ahora es de moda esta tarea; pero á pesar de todo, será siempre el factor más importante en la sociedad.

¿Habrá alguien de tan poca aprensión que oiga con paciencia hablar mal de su madre, de su hermano ó de su esposa?

Pues en el mismo caso se encuentran las demás con raras excepciones.

A la mujer se la exigen heroínas virtudes, y la tenemos en continuo asedio para su corrupción.

Bien dijo la célebre monja mejicana al tratar este punto.

Tomadlas cual las hacéis,

ó hacedlas cual las buscáis.

    No terminaremos estos ligeros apuntes sin excitar al Sr. Romeo á que ponga á la venta su obra, porque será, sino nos equivocamos mucho el regocijo de los amantes de las letras

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