Entre los pequeños relatos de Ernesto Fernández-Xesta y Vázquez , de nuevo merece la pena leer con todo detalle el siguiente articulo que como dice el mismo al final, espera que este breve trabajo pueda servir de base para que futuros investigadores puedan encontrar datos más concretos de todo ello.
El regidor Decano de Estadilla, don Dionisio de Abbad y Monseo, acude, en nombre de la villa, a felicitar a Su Majestad, el Rey don Fernando VII, y a su hermano, S. A. R. el Infante Don Carlos María Isidro, por sus respectivos matrimonios, 1817
Dentro de mis diversos estudios acerca de Estadilla, o del linaje de Abbad, o de determinados personajes Abbad de Estadilla, he ido señalando, de vez en cuando, como, en el primer cuarto del siglo XIX, don Dionisio de Abbad y Monseo, sobrino del Inquisidor General de España, Manuel de Abbad y Lasierra, y del Obispo de Barbastro, Agustín Íñigo de Abbad y Lasierra, había regido su villa natal, Estadilla, en Huesca, durante varios años; aunque con algunos altibajos.
Concretamente, señalaba que:
Asimismo, en un artículo sobre la vida y andanzas madrileñas de este mismo Dionisio de Abbad y Monseo, señalaba que
Pero los datos anteriores los podemos completar leyendo la Relación de Méritos que, en su nombre, presenta, el 5 de septiembre de 1817, don Nicasio de Echevarría[3], pues que, en el quinto párrafo del segundo folio, se señala, de manera expresa, que :
“Por el año de 1809 quedó encargado de la jurisdicción de dicha villa de Estadilla por ausencia del Alcalde mayor…”
“Como Regidor Decano que es actualmente de la referida villa de Estadilla, fue comisionado á principios de Febrero de este año por aquel Ayuntamiento para que á su nombre, y acompañado del Ilustrísimo Señor Don Antonio Allué, obispo de Gerona, y Confesor de la Reyna Nuestra Señora, ó en su defecto de otro sugeto condecorado, felicitase a Sus Magestades y Altezas por su glorioso enlace.”
Es decir; que, por lo que sabíamos, y confirmado por los nuevos datos encontrados y que se verán, Dionisio de Abbad fue Alcalde de su villa natal, interinamente o en funciones, desde antes de mayo 1809, y, de manera efectiva, al menos desde el 29 de abril de 1810 –primera fecha en la que se le ve ejerciendo como tal Alcalde o Regidor de Estadilla– hasta, como mínimo, el mes de febrero de 1817 –fecha en la que es comisionado para felicitar al Rey y a su hermano, el Infante Don Carlos María Isidro, por sus matrimonios, aunque muy posiblemente lo sería hasta más tarde, pues el momento de cumplimentar la comisión debió hacerse en momento posterior (ocurrió en abril de 1817)–. Pero lo fue durante todo este tiempo, aunque con una vacancia, por renuncia personal, que se puede fechar entre el 5 de octubre de 1812, fecha en la que se acepta dicha renuncia, y, al menos, el 14 de marzo de 1814, fecha en la que se le vuelve a ver ejerciendo el cargo en la alcaldía.
Y en ese interin, Dionisio de Abbad, como regidos estadillano, debe hacer frente a la desamortización de 1813 que, en Estadilla, afecta, parece que con exclusividad, al convento de Trinitarios de San Juan Bautista[4]. En otro momento se podrá hablar de estos hechos, pero ahora son otros los temas que nos llevan a escribir este artículo.
En efecto; como es sabido, el día 22 de febrero del año 1816, se firmaron en Madrid con toda solemnidad los contratos matrimoniales de Don Fernando VII, Rey de España, viudo de su primera mujer, la Reina Doña María Antonia de Nápoles, y, conjuntamente, de su hermano Don Carlos María Isidro –el futuro pretendiente ‘carlista’– con las dos hermanas, hijas de los Reyes de Portugal Don Juan VI y Doña Carlota Joaquina, hija, a su vez, de Don Carlos IV de España y, por lo tanto, hermana mayor de los dos novios, Doña María Isabel de Braganza y Borbón (futura impulsora de la fundación del Museo del Prado) y Doña María Francisca de Asís de Braganza y Borbón, respectivamente. Habiendo llegado las novias a Cádiz a finales de agosto del propio año 1816, el día 4 de septiembre desembarcan y el día 5 se celebran los matrimonios por poderes, no formalizándose las nupcias reales sino el 29 de septiembre de 1816, en la Basílica de San Francisco el Grande, de Madrid[5].
A partir de este momento, la capital, las grandes ciudades y diferentes villas y otras poblaciones que se lo podían permitir, deciden enviar representaciones a felicitar a los Reyes y a los Príncipes con ocasión de estas dobles bodas; pero es evidente que no todas las visitas pueden girarse al mismo tiempo, por lo que se prolongan en el tiempo, a medida que en la Casa del Rey se va determinando el orden de las mismas.
Y Estadilla, evidentemente, no puede ser menos; histórica villa oscense, antigua capital de la Baronía de Castro, señorío entregado por el Rey Don Jaime I a su hijo bastardo Ferrán Sánchez, dicho de Castro, pasada la primera mitad del siglo XII y que continuó hasta el fin de las jurisdicciones señoriales, víctima casi permanente de los embates franceses o catalanes –o de ambos– en las continuas campañas –Guerra dels segadors o de Secesión catalana, Guerra de Sucesión, Guerra de Independencia–, cuna de conocidas familias infanzonas y de un reciente Inquisidor General, que era hermano de un Obispo de Barbastro, sentía la necesidad de dar ese paso al frente para poder presentarse ante los Reyes y Príncipes a homenajearles con ocasión de las bodas.
Y quién mejor que el entonces Regidor Decano de la Villa, abogado, Caballero de Justicia de la Sagrada y Militar Orden de Malta –en la que había ingresado con 9 años de edad tras la dispensa papal de su menor edad[6]–, sobrino de los dos obispos mencionados Abbad y Lasierra, e hijo y sobrino de cuatro hermanos de estos últimos, todos ellos ex Guardias de Corps.
Y, así, la Corporación le encarga la comisión cumplimentadora el día 10 de febrero de 1817, como hasta ahora se ha dicho. Y, hasta aquí, se conocía acerca de este asunto.
Pero aparecía como curioso y peculiar que, desde el propio año 1817, Dionisio de Abbad y Monseo –que, a partir de aquí, y en varias ocasiones (incluida su firma como Diputado en Cortes en la Constitución Española de 1837) se hace llamar Dionisio de Abbad y Lasierra, en un intento de recordar las figuras de sus dos tíos obispos para lograr los fines que se había propuesto en Madrid–, permanece en Madrid; y en la Corte se le ve a menudo realizando varias gestiones personales que le llevarán a ser recibido como miembro de la Real Maestranza de Caballería de Ronda, a ser admitido como Abogado de los Reales Consejos, a aparecer como Académico Correspondiente de la Real de la Historia, a ingresar en la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País, y a pensar (sólo pensar) en llegar a ser designado como Gentilhombre de Cámara; y también dedicado a resolver determinados flecos económico-patrimoniales dejados por sus tíos obispos en Madrid, ante de morir en 1806 y 1813, respectivamente.
Recientemente, y dentro de mi permanente actividad investigadora sobre Estadilla, he encontrado una interesante y, en mi criterio, importante reseña acerca de esta comisión que el pueblo de Estadilla hizo en febrero de 1817 a su regidor Decano, don Dionisio de Abbad y Monseo para que, en su nombre, felicitase a Don Fernando VII y su nueva Reina, y a Don Carlos María Isidro y su consorte, por las celebradas bodas de ambas parejas.
En efecto; en la Gaceta de Madrid del jueves, 1º de mayo de 1817[7], se incluye la siguiente noticia-reseña, cuyo tenor literal no me resisto a transcribir:
Madrid, 30 de abril [de 1817]
En la tarde del 15 del presente pasaron a felicitar á SS. MM. y AA., á nombre de la villa de Estadilla, en Aragón, por sus felices enlaces, el regidor decano de la dicha villa, D. Dionisio de Abad, acompañado del Excelentísimo Sr. D. Josef de Palafox, capitán general de los Reales ejércitos, y del M. I. Sr. D. Antonio Allué, obispo electo de Gerona, capellán de honor de S. M., y penitenciario de su Real capilla; de los cuales el primero tuvo el honor de cumplimentar á S.M. en los términos siguientes:
En seguida pasaron al cuarto de los Ser[enísi]mos. Sres. Infantes á llenar este mismo deber en los siguientes términos.
“Ser[enísi]mo Sr.: La villa de Estadilla, en Aragón, que me comisiona para presentar á los R. P. de V. A. sus humildes respetos, y felicitarle por su dichoso enlace, desea que muchos años de felicidades colmen esta feliz unión de dos corazones nacidos para amarse. Nuestras manos puras ofrecen, Señor, á V. A. R. el testimonio de una lealtad no mancillada; los vecinos todos de Estadilla no han conocido otro deber que la fidelidad al augusto Hermano de V. A. y nuestro Rey, y con esta confianza, inmutables en su opinión y firmes en sus principios, han arrostrado la muerte y los trabajos por solo la dicha de conservarse leales, y de presentarse hoy á los R. P. de V. A. teniendo por premio de sus servicios la honra de besar sus Reales manos”.
SS. MM. y AA. manifestaron con este motivo el grande aprecio que hacen de los servicios distinguidos de los vecinos de Estadilla, dignándose estimar con agradecimiento sus cordiales sentimientos.
El dato no tiene, a mi
modo de ver, desperdicio alguno; pudiéndose entresacar de todo su tenor –texto
y palabras del Regidor decano–, junto con los demás datos que ya poseíamos,
varias conclusiones interesantes:
1.- De un lado, el cumplimiento más escrupuloso de la
comisión encargada, pues que el Regidor decano, don Dionisio de Abbad,
acude a Palacio el 15 de abril de 1817, sólo dos meses después de haber
recibido el encargo y comisión de su Ayuntamiento y pueblo; y cumplimenta,
primero, a Sus Majestades, es decir, a Don Fernando VII y a su nueva esposa,
Doña María Isabel, que ya estaban esperando su primer vástago, María Isabel
Luisa, la cual, nacida en agosto de ese año 1817, moriría a principios del año siguiente,
lo mismo que su madre, poco después. Y lo hace, como se ha visto, con ardientes
palabras de cariño, de respeto, de ilusión por besar la mano del Rey; pero
también con el orgullo de pertenecer a una villa que había demostrado, a lo
largo de los siglos, su personalidad, su lealtad y su heroísmo.
Más tarde, pasa, junto a sus acompañantes, al “cuarto de los Serenísimos Señores Infantes”, cumplimentando, así, a los protagonistas de la otra boda principesca, Don Carlos María Isidro y su mujer, Doña María Francisca de Asís; donde, con palabras también altisonantes, pero de otra índole, también les cumplimentan.
Retirándose Dionisio, a continuación, después de haber oído de las bocas de los cumplimentados, los previstos parabienes y agradecimientos y grande aprecio de los servicios distinguidos de los vecinos de Estadilla…
2.- Por otro lado, hay que remarcar, rotundamente, que, en tan gran honor como fue el de presentar sus respetos y los de Estadilla a los Reyes y a los Infantes, no sólo estuvo apoyado, como señala la Relación de Méritos que hemos citado, por el obispo Allué, sino que, realmente, estuvo acompañado del Excelentísimo Sr. D. Josef de Palafox, capitán general de los Reales ejércitos, y del M. I. Sr. D. Antonio Allué, obispo electo de Gerona, capellán de honor de S. M., y penitenciario de su Real capilla. Nada menos que los dos aragoneses que ocupaban, en aquel momento, dos de los lugares más elevados, en España, del ejército y de la iglesia.
El General Palafox, héroe de los dos Sitios de Zaragoza, prisionero de los franceses desde la capitulación final de la ciudad del Ebro, en 1809, hasta 1813, regresando a España en 1814; fue nombrado, en 1814 (y por segunda vez, ya que ante el ataque francés a Zaragoza, la Junta lo designó como tal, por vez primera), Capitán General de Aragón y Presidente de su Real Audiencia, cargos de los que cesará en 1815. Encarnó como nadie el espíritu de resistencia, rebeldía y tesón de los aragoneses, para quienes fue héroe, padre y ejemplo. Es cierto, sin embargo, que, en 1817, año de la visita estadillana a los Reyes, don José de Palafox se encontraba provisionalmente retirado de la vida social en Madrid sin cargo oficial alguno, a los que volvería a partir de 1822.
A su vez, el obispo don Antonio de Allué y Sesé[8], natural de Asín de Broto, en Huesca, catedrático de la Universidad de Huesca y Colegial del Mayor de Santiago de dicha ciudad, fue nombrado, precisamente en ese año de 1817, obispo de Gerona, sede que tuvo que abandonar para aceptar el cargo de confesor de la Reina Doña María Isabel de Braganza; y más tarde alcanzaría el cargo de Patriarca de las Indias Occidentales.
La compañía de tan ilustres “padrinos” no debió ser ajena, en absoluto, al recuerdo de sus dos tíos, don Manuel de Abbad y Lasierra, arzobispo de Selimbria in partibus infidelium, primero obispo de Ibiza-Formentera y obispo de Astorga, Director de los Reales Estudios de San Isidoro, Inquisidor General, que murió en 1806, en Zaragoza, y su hermano, Agustín Íñigo de Abbad y Lasierra, obispo de Barbastro y preconizado arzobispo de Valencia, de cuya sede no pudo tomar posesión por haber fallecido en 1813.
Evidentemente, un enorme honor para el Regidor y, está claro, para la villa representada, que se ve apoyada por estos dos tan ilustres valedores.
3.- Otro de los puntos importantes, sacado de las palabras de Dionisio Abbad, son los que él llama privilegios de Estadilla que, a pesar de los claros errores de concepción vertidos por dicho Comisionado, podrían, sin embargo, arrojar ciertas luces acerca de determinados pormenores.
En efecto, señala el Regidor estadillano, inicialmente, que Don Jaime el Conquistador, declaró a la villa ilustre y privilegiada debido a la toma de Monzón; y se puede decir que es verdad, pero no toda la verdad; primero porque parece evidente que el hecho se refiere no a una hipotética conquista del castillo y ciudad de Monzón por parte del Monarca aragonés que se había educado en él entre 1212 y 1217; sino que es manifiestamente claro que se está refiriendo, precisamente, a la conquista de Monzón por las fuerzas cristianas de Sancho Ramírez y de su hijo, Pedro Sánchez, en 1089; hecho en el que un grupo de habitantes de Estadilla (todavía bajo poderío musulmán), abrazando la fe cristiana, ayudaron al rey Sancho Ramírez a la conquista de tan preciada ciudad, por lo que el Rey declaró libres e inmunes a aquellos habitantes de Estadilla que tomaron parte en estas acciones, y mientras no salieran de Monzón. Posteriormente, esta “inmunidad” e infanzonía, tomó otros derroteros y derivó en una peculiar concesión y lógica aceptación de una infanzonía colectiva de población a todos los habitantes de Estadilla[9].
Pero, por otro lado, don Dionisio de Abbad realiza otra curiosísima afirmación, al indicar que el propio Don Jaime I, y debido, precisamente, a haberle acompañado en esta acción por la noche los estadillanos, concedió a Estadilla, por armas, una estrella luminosa. Es otro aserto lleno, en principio, de confusión; en efecto, parece, ahora, que el Regidor Decano de Estadilla está convencido –en contra de lo que nosotros hemos señalado más arriba– de que la toma de Monzón a la que se está refiriendo, es, precisamente, una no conocida conquista de Monzón por parte de Jaime I; aunque, en mi opinión, está uniendo, claramente, dos hechos diferentes y evidentemente bien alejados en el tiempo.
Me explico; si, como entiendo, la toma de Monzón a la que se refiere el Regidor decano –a pesar de lo que él dice y que, seguramente, piensa– fuese la inicial de la Reconquista, ésta se produjo en el año 1089, mientras que la de Estada fue en 1087 y la de la propia Estadilla no ocurrió sino en 1090 o 1091. Mal podría darle en esa época el Rey Sancho unas armas a Estadilla cuando ni siquiera existía la Heráldica; no ya como ciencia, sino, incluso, como uso social; además del hecho, ya señalado, de no haber sido Estadilla quien le ayudó, sino determinados habitantes de la villa.
Pero si este tema de la estrella lo unimos con la concesión a Ferrán Sánchez de Castro, hijo primogénito y bastardo de Jaime I, de la llamada Baronía de Castro, que comprendía bastantes pueblos de la zona como Estada, Estadilla, Olvena, Castro, la Puebla de Castro, etc., etc., siendo Estadilla considerada como la capital de dicho señorío, esta concesión se hizo en 1252 y, por lo tanto, ya existía la Heráldica como realidad y como uso social; y no sólo la Heráldica Gentilicia, sino que ya habían aparecido los primeros sellos armoriados de concejos y colectividades. Y, según todos los datos, confirmados por la cantidad de ejemplos pintados o en piedra que existen en la zona, a Ferrán Sánchez se le concedieron una armas propias, consistentes en la unión de la señal real de Aragón –los palos gules sobre oro, aunque minorados o disminuidos; es decir, sólo dos palos y no cuatro, posiblemente por el hecho de la bastardía– y de un cometa de gules (rojo), sobre plata; a veces sólo partido, en dos cuarteles, pero las más de las veces, siguiendo el modelo elaborado por Fernando III el santo, de Castilla y de León, cuartelado dos a dos, alternando los cuarteles: Aragón-Castro / Castro-Aragón. Aunque en la mayoría de las ocasiones el cometa se transforma en una estrella de 8 puntas. Y parece más que posible que esa concesión sea la que Dionisio de Abbad toma como otorgamiento a Estadilla, ya que, tradicionalmente, se ha entendido el blasón de los Castro como blasón municipal de Estadilla.
Pero hay otro punto en estas palabras que, sin poderse llegar a conclusiones claras, sí parece correcto esbozar públicamente; habla Dionisio de Abbad de la concesión como armas de una estrella en memoria de la que les pudo haber guiado (o, simplemente, alumbrado) en la noche en que se tomó Monzón; y yo me pregunto si ese mito de la estrella tendría algo que ver con la llamada ‘estrella jacobea’ que, desde Jaime I, aparece en los sellos ecuestres de la mayoría de los reyes de la Corona de Aragón delante de la cara del monarca sigilante, como señalándole el camino hacia Compostela, ya que el Rey aparece ecuestre, cabalgando hacia la izquierda del sello, y es evidente que sobre el mapa, Galicia, Compostela, queda al oeste de Aragón…
4.- Por fin, el edil estadillano quiere –al igual que se señala en el panegírico que pocos años antes prepararon, también bajo su mandato, para entregar al ahora su acompañante, General Palafox[10]–, señalar en este importante acto las hazañas de los habitantes de su villa en la pasada pero reciente Guerra de la Independencia, a favor de su Rey.
Así, repite, aunque exagerando un poco los números de los prisioneros tomados, que los estadillanos hicieron una vez 70 prisioneros y otra 700, y defender heroicamente su pueblo, destrozando á los enemigos que se presentaron delante de él. Los ejércitos españoles hallaron siempre en sus vecinos soldados y recursos, refiriéndose, parece claro, a las acciones del Ésera y del Cinca ocurridas en el mes de mayo de 1809, en donde se afirma la captura de ‘tan sólo’ 600 prisioneros franceses.
Así, señala, en esta ocasión, y nada menos que delante de su Rey, del hermano del Rey, del obispo Allué y del General Palafox, que estas acciones fueron debidas a las compañías de voluntarios que había formado la villa de Estadilla.
Hasta ahora, que yo sepa, nunca se había mencionado –como sí se había hecho de otras poblaciones, como Tamarite de Litera, Barbastro, etc.– que Estadilla hubiera formado compañías de voluntarios para luchar contra los franceses. Lo más que se conocía, además de algunas escaramuzas o batallas concretas en las que habían participado estadillanos, es, por ejemplo, que los más de treinta voluntarios de Estadilla, encuadrados en diversas unidades militares, se habían retirado del frente porque las condiciones de vida no eran las que creían que debían de ser[11]. Sin embargo, ahora, el 15 de abril de 1817, se informa al monarca del hecho de que Estadilla había formado hasta un total de cuatro compañías de voluntarios, tres de casados y una de mozos; y que éstas fueron las que tomaron parte gloriosa en las heroicas acciones de los ríos Ésera y Cinca en mayo de 1809.
Pero no sólo es aquí donde lo dice. En efecto, en la Relación de Méritos de que hemos hablado, en el párrafo 5 de su segundo folio, señala que, estando él de Alcalde en funciones,
“… entregó para nuestro ejército un caballo y diez mil reales de vellón en metálico, y formó algunas compañías de casados del mismo pueblo, que reunidos a la división que mandaba el Mariscal de Campo Don Felipe Perena, se hallaron en diferentes acciones que se ofrecieron, portándose con la mayor bizarría, y en particular en una á principios de Octubre del mismo año, en que murieron ocho ó diez de ellos…”
No me atrevo a decir más acerca de ello, pero el hecho de no haber encontrado, hasta ahora, más menciones tanto a la ayuda prestada al ejército nacional (el caballo y nada menos que 10.000 reales de vellón), como a estas cuatro compañías y sus hazañas, pudiera parecer una señal de que, si ello era cierto –y no sólo nada impide pensar, sino todo lo contrario, que, efectivamente, era cierto, aunque posiblemente exagerado–, permitirían a estos dos documentos –las palabras de la visita al Rey y el Memorial–aportar al conocimiento de la villa un plus importante de sus actuaciones en la Guerra de la Independencia, desde el principio, aunque esas compañías, que parece que no sólo entraron en combate en las acciones del Cinca y del Ésera de mayo de 1809, sino, por lo que se dice, en otra, importante, de octubre del propio año 1809, donde hallaron la muerte de 8 a 10 soldados estadillanos, podrían ser unas unidades menores que, antes o después, debieron ser incluidas en el Batallón de Voluntarios de Barbastro, como lo fueron, por ejemplo, las diferentes compañías de voluntarios de Tamarite de Litera que no desaparecieron al terminar los sitios de Zaragoza..
Creo, pues, en conclusión, que, dejando aparte el hecho concreto de la felicitación, por parte de Estadilla, a los Reyes e Infantes por sus dobles y conjuntas bodas, cuya aceptación ya en sí era un alto honor otorgado a la villa, honor que ésta devolvió a SS. MM y AA. RR. enviando en comisión para ello a su máximo representante municipal, el Infanzón y Caballero de Malta don Dionisio de Abbad y Monseo, a cuyos tíos es claro que tanto los felicitados (S. M. el Rey Fernando VII y el Infante Don Carlos María Isidro–), como los acompañantes (el General Palafox y el Obispo Allué), debieron haber conocido, el hecho de haber encontrado la relación periodística de lo ocurrido en el doble acto, junto con la Relación de Méritos de Dionisio de Abbad, nos ha permitido, además de contar con una nueva anécdota o noticia estadillana, conocer determinados nuevos puntos o episodios, o, al menos, conocer puntos de vista diferentes.
Página 453 de la Gaceta de Madrid del jueves, 1º de mayo de 1817
Página 453 de la Gaceta de Madrid del jueves, 1º de mayo de 1817
Espero que este breve trabajo pueda servir de base para que futuros investigadores puedan encontrar datos más concretos de todo ello.
[1] Ernesto Fernández-Xesta y Vázquez, El Infanzón aragonés…, p. 354.
[2] Ernesto Fernández-Xesta y Vázquez, “Venturas y
desventuras de un Infanzón aragonés en el Madrid del principio del siglo XIX”, Anales del Instituto de Estudios Madrileños,
nº XLVII (2007) pp. 417-427.
[3] Relación de los títulos y méritos del licenciado don Dionisio de Abbad,
Abogado de los Reales Consejos, firmada en Madrid, el 5 de septiembre de
1817 por este Nicasio de Echevarría, señalando que Es copia de la original que queda en la Secretaría de la Cámara de
Gracia y Justicia y Estado de Castilla (AHN, Leg. 4248, nº 138, sobre papel
de Sello Quarto, de quarenta maravedís,
para dicho año de 1817, en 3 folios. Se presenta para solicitar una Plaza que se halla vacante en la Real
Audiencia de Aragón por promoción de don Pedro Silber: o, en su defecto, la que
resulte en dicha Audiencia, como se señala en papel adjunto firmado por
Manuel de Lanciego, dado en Madrid el 7 de marzo de 1818). Dígase cómo un Pedro Silver aparece en la lista de los
Diputados por Aragón en las Cortes de Cádiz (José Luis Comellas, Del antiguo
al nuevo régimen: hasta la muerte de Fernando VII. Vol, 12, Madrid, Rialp,
1981, p. 255). Por su parte, se conserva un expediente completo de don Nicasio
José Francisco de Paula Ramón de Echevarría Maruri, de solicitud de
incorporación en el Colegio de Abogados, firmado en Madrid a 25 de agosto de
1820, presentando título de Abogado, árbol genealógico y partidas (Patrimonio
Documental del Ilustre Colegio de Abogados de Madrid (AHICAM 1.2.095.30
[4]
Durante el reinado del hermano de Napoleón, José I, y tras decretarse la supresión
de todas las Órdenes regulares, monacales, mendicantes y clericales, cuyos
bienes pasarían automáticamente a propiedad de la nación, se realizó,
entre 1811 y 1813, una pequeña e inicial desamortización (antes, en 1798, había
habido otro intento, llamado la desamortización de Godoy), en una política que,
paralelamente seguían las Cortes de Cádiz, y que, realmente, no implicó la
supresión de la propiedad, sino la confiscación de las rentas, a fin de ayudar
al avituallamiento y gastos de guerra de las tropas francesas; y esos bienes y
esas rentas parece que se devolvieron a través del Real Decreto de 23 de julio
de 1814. Puede verse F. Tomás y Valiente,
J. Donézar, J. G. Rueda, y J. M. Moro, La Desamortización. Cuadernos historia 16, nº 8,
1985; asimismo, Luis Antonio Ródenas,
“La desamortización eclesiástica en España”, Gibralfaro, Momentos de la Historia, abril-junio de 2013, en la
página web http://www.gibralfaro.uma.es/historia/pag_1872.htm
[5]
Todos estos pormenores, y más, pueden leerse en Wenceslao Ramírez Urrutia, Marqués de Villa-Urrutia,
Fernando VII, Rey constitucional.
Historia diplomática de España, de 1820 a 1823, Madrid, Francisco Beltrán,
1915, pp. 200-206. Es curioso, a este respecto, que otro “estadillano”,
Manuel de Abbad y Alfaro, el hijo más pequeño de Estanislao de Abbad y
Lasierra, residente en Carmona, junto a su hermana Beatriz, casada con el
Teniente General Freyre de Andrade, escriba, el 12 de marzo de 1816, al Director
del Real Seminario de Nobles de Vergara, donde él había estudiado, señalándole
que “si
Vd. hubiera situado su asiento ó Real más inmediato al centro, tendría ahora el
gusto de conocer a las Señoras Novias que parece desembarcan en Cádiz [ … ] De
su llegada no se sabe nada de positivo, aunque todos convienen en que se
embarcaron en el mes pasado” (Carta de Manuel Abbad [y Alfaro] a Domingo de
Yribe, director del Real Seminario de Vergara. Carmona, 12 de marzo de 181.
AMBergara / Fondo Real Seminario / Sección: Estado / Subsección: Gobierno /
Serie: Correspondencia. Signatura: 03 C/094-02, adj.053)
[6] Ernesto Fernández-Xesta y Vázquez, “Recepción de
un caballero de Justicia de la Soberana Orden Militar y Hospitalaria de San
Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta, con dispensa de su menor edad”, en Historia
de la Orden de Malta: Nuevos Estudios, Javier Alvarado Planas (dir.),
Madrid, Dykinson, 2018, pp. 229-244
[7] Gaceta de Madrid del jueves 1º de Mayo
de 1817, nº 52, pp. 453-454. Puede verse en la página web https://books.google.es/books?id=xmQ2YadqFz8C&pg=PA453&lpg=PA453&dq=regidor+de+estadilla&source=bl&ots=xyzsZGIG4q&sig=sHe9XM4lpEv_tVFnELtSrgExMzA&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwjSzojKqMbaAhWpxVkKHZqiA6oQ6AEIUzAF#v=onepage&q=regidor%20de%20estadilla&f=false
(consulta de 17 de julio de 2019). Curiosamente, un buen amigo estadillano, investigador
de las cosas de la localidad, Pepe Barón Hidalgo, publicó, en el blog Historias
de Estadilla, de 14 de junio de 2022, la transcripción de esta noticia de
la Gaceta de Madrid, titulándola Felicitaciones de Estadilla al Rey.
[9] Ernesto Fernández-Xesta y Vázquez, “La llamada
‘Carta de Infanzonía de Estadilla’“, Revista
de la CECEL, 12 (2012), pp. 77-112
[10] Ernesto Fernández-Xesta y Vázquez, “Un curioso
documento estadillano”, en preparación.
[11] Luis
Arcarazo, “Aquel terrible verano
de 1808 en el Corregimiento de Barbastro”, en Crónicas desde Barbastro, en la publicación del Segundo centenario
de la Guerra de Independencia española, 1808-1814,
Arcarazo_Cronicas_Entresitios, señala, hablando de las diferentes deserciones
ocurridas en el frente, la de los más de treinta voluntarios de Estadilla que a finales de agosto
abandonaron el Pirineo, alegando que la comida y el pan eran muy malos, que los
mandos los trataban sin consideración y, además, que les habían dado cartuchos
sin bala, ya que la orden era no disparar al enemigo si éste no lo hacía antes.
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